Suele sucederme que hay situaciones que me indignan a
niveles exagerados. Pero tengo la capacidad de respirar y analizar la situación
y bajarle un poquito a esa indignación. Sin embargo cuando escucho que una
mujer ha sido agredida, sobretodo físicamente, algo muy dentro mío se activa y
siento la urgente necesidad de hacer algo al respecto, aunque sea escribir unas
líneas que ayuden a repensar el tema de la violencia hacia la mujer.
Son extensas las causas que nos han llevado como sociedad,
como país, como continente (Latinoamérica) a avalar dichas inconductas contra
las mujeres. Hoy solo me quiero enfocar en las razones biológicas que hacen que
el mal llamado “incidente” por el propio protagonista sea un ejemplo de abuso y
que condenemos estas situaciones cada vez que se presenten.
Me estoy refiriendo al maltrato verbal, físico y psicológico
que tuvo lugar hace unos días en Lima y que es aún motivo de debate, debate por
cierto que saca el machismo de muchos a flote y que sorprende aún más cuando
viene de personas que uno considera “civilizadas”.
El embajador de Ecuador agrede verbalmente a una mujer,
profiere frases racistas, misóginas y humillantes. La hija de dicha mujer le
increpa por dichas frases a lo cual el embajador arremete con nuevas agresiones
verbales, lo cual ocasiona que la hija también se sienta agredida y reaccione
de forma violenta, lo cual no avalo, pero si entiendo. Es ahí cuando el
embajador hace uso de la violencia física. Me quiero detener ahí un momento
para explicar desde un punto de vista puramente biológico algo que a muchos se
les escapa al momento de dar una opinión crítica y analítica.
Aunque en muchas especies de primates, las hembras están
subordinadas a los machos, no en todas ocurre lo mismo. Poco del comportamiento
de los primates puede aplicarse con acierto a las acciones humanas porque lo
humanos difieren de modo muy señalado de los primates en áreas clave de la
conducta sexual y social. El órgano que más distingue a los humanos de otros
animales es el cerebro y la inteligencia innata no difiere según el sexo,
muchos de los rasgos de carácter asociados a uno u otro sexo han demostrado ser
un producto cultural y no biológico.
Sin embargo la biología distingue 4 diferencias fisiológicas
entre las mujeres y los hombres que pueden contribuir a explicar porqué
culturalmente es condenable la agresión de un hombre a una mujer:
1. Si las condiciones de dieta, salud y ejercicio son
iguales, las mujeres serían según promedio un 10% más bajas, ligeras y débiles.
2. La testosterona, hormona producida exclusivamente por los
varones a partir de la pubertad, se ha asociado con “una disposición diferente
para responder de modo agresivo”. La fuerza masculina y la agresividad
conducirían a la dominación masculina sobre las mujeres, pero no necesariamente
la dominación masculina es universal en la sociedad humana y la agresión
masculina se controla culturalmente de diversos modos.
3. Solo las mujeres tienen la capacidad de dar a luz.
4. En igualdad de condiciones, las mujeres viven 10% más que
los hombres.
En términos biológicos cualquier sexo podría dominar al
otro, pero no es determinante que lo haga ni tampoco que uno deba hacerlo.
Con estos cuatro puntos lo que quiero lograr es demostrar
que cuando se habla de igualdad de género, no se refiere a una igualdad
biológica, sino a una igualdad social. Igualdad de derechos de oportunidades.
Biológicamente somos muy distintos. La mujer tiene una notoria desventaja ante
un hombre ya que este es por naturaleza más fuerte y con mayor propensión a la
agresividad. La mujer tiene características que están relacionadas con la vida,
con su rol de procreadora y la naturaleza en su sabiduría la dota de una
capacidad de vivir más seguramente para optimizar el proceso de crianza y así
asegurar la supervivencia del ser humano.
El hombre tiene la obligación de la salvaguardia de su especie,
para eso está dotado de mayor fortaleza y de una agresividad innata, para
proteger de agentes externos y peligrosos a su familia. De ninguna manera para
utilizarlo contra la mujer.
Cuesta no indignarse cuando un hombre maltrata a una mujer.
Cuesta entender que motivos lo pueden llevar a romper con el orden cultural y
social que hacen que la sociedad sea digna de llamarse “civilizada”. La
misoginia está presente en sociedades machistas, patriarcales, en donde la
infravaloración a la mujer dan pie a la violencia y a tanto feminicidio, a
tanta violación, a las más nefastas aberraciones contra niñas.
La condena social que debería imponérsele al aún hoy
embajador de Ecuador en el Perú, debería ser drástica y firme. Esto daría lugar
a que como país comencemos a reeducar en términos de respeto al prójimo,
especialmente evitando todo tipo de agresiones. Cuál sería el mensaje como
sociedad si es que justificamos lo actuado por el embajador de Ecuador? Sería
sencillamente que uno puede abusar, agredir y justificar la agresión sin que
sus actos sean condenables, dando carta blanca al maltrato.
Me pregunto que hubiera hecho yo si veo que una mujer es maltratada?
Y si esa mujer hubiera sido mi madre? Y si hubiera sido una mujer de bajos
recursos? Una viuda? Una madre gestante? Una niña? Una abuela? Tu madre? Tu
hermana? Tu hija?......
No permitas que la mujer siga estando subordinada al
maltrato masculino. Piénsalo.
(Los datos fueron tomados del libro “A history or their own”.
2009)